
Motor emocional. Pilar, Jacky y Alejandra Camarasa Tatay
Hace 15 años, Alejandra Camarasa Tatay recibió una noticia que transformó su vida radicalmente: tenía cáncer de mama inflamatorio en etapa 3, una enfermedad que, según le explicó su doctor, era rara y muy agresiva, por lo que tenían que actuar inmediatamente y combatirla con la misma fuerza.
"Me fui fuera de México (a Houston) y me quedé, iba por cuatro días y me quedé a vivir dos años y medio", platica Alejandra.
"Primero eran quimioterapias para que lo inflamado se fuera desinflamando, luego de las quimioterapias fue mastectomía, y después de la mastectomía fueron radiaciones dos veces al día durante un mes y medio. En total fueron 16 quimioterapias".
Este tratamiento le fue administrado a lo largo de un año, tiempo en el que siempre estuvo acompañada por sus hermanas Pilar y Jacky, quienes desde que se enteraron de su diagnóstico volcaron toda su atención en procurar su bienestar.
"Lo más importante era su recuperación, hacer hasta lo imposible para que ella estuviera bien lo más rápido posible con el menor sufrimiento", comparte Jacky.
"Queríamos que supiera que estábamos con ella en todo, en cada consulta, en cada tratamiento, en cada día difícil. Nuestro foco fue transmitirle calma, esperanza y apoyo, aunque por dentro a veces estuviéramos con miedo", afirma Pilar.
Fue una época muy complicada para la familia Camarasa Tatay, pero gracias al respaldo firme de todos los seres queridos y a la gran actitud que mantuvo Alejandra, salieron adelante en la adversidad.
En las buenas y en las malas
Alejandra vivió un proceso muy invasivo para poder sanar completamente: no solo tuvo que lidiar con las quimios, la mastectomía, las radiaciones y los medicamentos, también tuvo que pasar por dos operaciones, una para extirparle la matriz y los ovarios, ya que las hormonas como el estrógeno y la progesterona estimulaban el crecimiento de las células cancerosas en su cuerpo, y otra para que le reconstruyeran el seno.
"Ya estoy dada de alta, voy a mis revisiones cada año, que me hacen pues lo normal, el calcio, me miden la sangre, mamografía del otro lado", explica.
"Y hace un año acabé de tomar mi última pastilla, tomé una pastilla primero por cinco años, luego cuando me quité matriz y ovarios me cambiaron la pastilla, y hasta el año pasado la dejé de tomar, era preventiva. Todo eso era preventivo porque era positiva al HER2 y al hormonal".
Alejandra, Pilar y Jacky coinciden en que las tres poseen personalidades fuertes que las han llevado a confrontarse en diferentes etapas de sus vidas, pero también saben que siempre podrán contar la una con la otra, ya que el amor de hermanas es más poderoso que cualquier cosa.
"La acompañamos lo más posible: físicamente cuando se podía, y emocionalmente todos los días. La escuchábamos, la animábamos, la ayudábamos con cosas prácticas, pero sobre todo tratábamos de mantener el ánimo y la normalidad dentro de lo que se podía. Aprendimos que el amor cotidiano (una llamada, una comida, una risa compartida), puede ser una gran medicina", comparte Pilar.
Por su parte, Jacky cuenta que desde el principio le hizo saber a Alejandra que no estaba sola y podía contar con ella, aunque eso implicara hacer a un lado su vida para enfocarse en la recuperación de su hermana.
"Como a ella la diagnosticaron y se trató su enfermedad fuera del País, me fui con ellos a ayudarles a instalarse en su nueva casa, y después intentaba ir a verla cada mes y medio, aproximadamente, y me quedaba allá una semana.
"Muchas veces me tocaba acompañarla a sus quimios o radiaciones, esto durante los dos años que estuvo fuera. Estuvimos con ella también en el momento de sus dos cirugías (una para extirparle la matriz y los ovarios, y otra para reconstruirle el seno).
"Otra cosa que me propuse fue hablarle por teléfono todos los días, aunque fueran 3 minutos, pero era una forma de sentirnos cerca, y creo que lo logré, y eso que en esa época no era tan fácil como es ahora, era por larga distancia y teléfono fijo".

Esperanza renovada
Un diagnóstico de cáncer no solo afecta al paciente, también impacta a todas las personas que lo rodean y lo aman.
"Ver a alguien que quieres tanto enfrentarse a algo tan incierto te sacude profundamente. Pero, al mismo tiempo, esa situación nos unió mucho más como familia. Aprendimos a valorar cada día y a acompañarla con fuerza y amor, incluso en los momentos más difíciles", confiesa Pilar.
"Todos reaccionamos diferente, pero cada uno vive su proceso a su manera. Te llenas de dudas, incertidumbre, miedo de no saber qué es lo que va pasar, cuál va a ser el proceso, cuánto tiempo. Miedo, mucho miedo. La palabra cáncer es muy fuerte y necesitas aprender a vivir con ella, asimilarla, y entonces te das cuenta de que siempre hay esperanza", comparte Jacky.
Alejandra cuenta que su abuela paterna, María Molas (q.e.p.d.), también tuvo esta enfermedad, por lo que siempre estuvo latente la posibilidad de que algún día ella pudiera padecerla.
"La mamá de mi papá tuvo cáncer de mama. Aprendimos a vivir con ella y a ir a sus revisiones, ella nunca se reconstruyó, entonces aprendimos a vivir con ella viéndola sin un pecho.
"Recuerdo que de chiquita yo decía '¿y si a mí me da cáncer?', como que yo lo traía muy así, y ella murió a los 93 años y fue siempre bien entrona, entonces como que yo dije 'si mi abuela no murió hace tantos años, yo tampoco me voy a morir'. En ese momento no pensé que me fuera a morir, aunque me dijeron que era agresivo".
Debido a que le tocó enfrentar este desafío, Alejandra empezó a temer que el cáncer de mama pudiera ser algo genético, pero luego de practicarse algunos estudios descubrió que no era su caso y que tal padecimiento no era algo que pudiera heredar a otras mujeres de su familia, lo que le dio paz.

Es mejor prevenir
Para concluir, Alejandra resalta la importancia de estar alerta ante cualquier cambio o señal que veas o sientas, pues eso puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.
"Es importante conocer tu cuerpo, escucharlo y explorarte", afirma.
"Yo me veía y decía 'no está bien', pero no había bolita, porque muchas veces no hay bolita, hay muchísimos tipos de cáncer de mama y en el inflamatorio no había bolita, era la piel, era mi mama creciendo. Es estar alerta, te puedes autoexplorar y no encontrar una bolita, más bien tienes que conocer tus mamas y conocerte, la textura de la piel, si está segregando tu pezón, algún hundimiento, hay muchísimos focos rojos de cualquier tipo de cáncer".

"(A las pacientes les aconsejo) que confíen en Dios, que tengan la fortaleza y la actitud, que no las va a derrotar la enfermedad, que se puede ganar la batalla con muchas ganas, y que traten de sentirse cobijadas por la familia".
Alejandra Camarasa Tatay

"En lo personal, (la enfermedad de Alejandra) nos hizo más conscientes de la fragilidad de la vida y de lo importante que es cuidarse y cuidarnos mutuamente. También nos enseñó a valorar lo esencial: el tiempo juntos, la salud y el amor".
Pilar Camarasa Tatay

"Antes de que ella (Alejandra) se enfermara, sinceramente era muy poca la importancia que le daba a la enfermedad y, sobre todo, al proceso que tienes que seguir como mujer, como la autoexploración, para poder prevenirla a tiempo".
Jacky Camarasa Tatay
Familiares, tomen nota
Cuando Alejandra enfermó de cáncer de mama, el lazo de sangre que la une a sus hermanas Pilar y Jacky se transformó en un escudo de amor que la ayudó a salir adelante.
Ahora, las tres comparten consejos para los seres queridos de las personas que pasan por una situación similar:
Alejandra
"Acompáñenlos y apapáchenlos, yo estaba de un humor tremendo, cuando uno está enfermo no puedes pedir mucho de la otra persona porque te están dando tantas quimioterapias, te están dando tanta medicina, que realmente no estás al 100, entonces tengan paciencia.
"Que los aguanten, porque a mí me aguantaron, y que los apapachen mucho. Y que nada es personal, que no lo tomen personal, porque nos volvemos un poco tercos con tanta cosa".
Jacky
"La actitud es la mejor medicina, siempre apoyen a sus seres queridos con la mejor actitud, y que los vean positivos, con la esperanza de que todo va a salir bien.
"Denles mucho amor, mucho cariño, ellos necesitan sentirse apoyados para que también tengan una buena actitud. No los dejen solos, siempre acompáñenlos en su proceso.
"Ale siempre tuvo la mejor de las actitudes y eso fue clave para su recuperación. Ale fue una gran maestra para todas las personas que la queremos".
Pilar
"No se olviden de acompañar con amor, paciencia y presencia. A veces no hay que decir mucho, solo estar. Que cuiden también su propia salud emocional, porque apoyar a alguien con cáncer es un camino intenso. Y que confíen, con amor, apoyo médico y fortaleza interior sí se puede salir adelante".
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