A principios de los años 1990, Estados Unidos prácticamente no dependía de las importaciones del cobre, según la Casa Blanca.
Esto cambió con el tiempo, lo cual "aumentó los riesgos para la seguridad de la cadena de abastecimiento", dijo la Presidencia en febrero.
China, rival económico de Estados Unidos, es el primer productor de cobre refinado (distinto del mineral de cobre) pero, como Washington, es un importador neto del metal rojo, lo cual limita su influencia en el mercado.
Por ello, Ole Hansen consideró que la aplicación de aranceles al 50% "no tiene sentido" y que perjudicaría sobre todo a Estados Unidos o a sus proveedores principales, Chile, Canadá o Perú, que son además "naciones amigas".
Y más teniendo en cuenta que la capacidad de Washington de aumentar su producción dista de ser suficiente, lo que podría empujar al Presidente Donald Trump a moderar sus anuncios, según el analista de Saxo Bank.
De momento, el gobierno de Chile, país que es el principal productor de cobre del mundo con casi un 25% de la oferta global, afirmó que "reacciona con cautela" a los anuncios de Trump, y señaló que aguarda una "comunicación oficial" al respecto.