El cuerpo no es mercancía
El título de este artículo es el lema de un programa de prevención de la Comisión Unidos Vs. Trata, cuya presidenta, Rosi Orozco, fue entrevistada el lunes 8 de este mes en una estación de radio en la Ciudad de México.
Esta valiente mujer, quien ha hablado con víctimas de la trata de personas, revela información alarmante que nos muestra plenamente que la mayoría de nosotros vive en una realidad paralela y poco plantada en los hechos.
Son hechos que no quisiéramos ver. Orozco señala que víctimas de este terrible delito señalan que fueron violadas "por primera vez" por agentes del Instituto Nacional de Migración.
María Elena Chapa, cuando encabezaba el Instituto Estatal de las Mujeres de Nuevo León, encontró a dos mujeres indígenas traídas a Monterrey bajo engaño y que fueron sometidas a violaciones para que sirvieran de prostitutas.
Como estas historias, hay miles más. Tijuana, el corredor más prolífero de prostitución en el País, ahora tiene el problema adicional de miles de migrantes, algunas de las cuales pueden caer en el mismo tipo de engaño que las indígenas, desesperadas ante la falta de dinero y las pocas oportunidades disponibles.
Todavía hoy, en todo el mundo y aquí mismo, tenemos que estar señalando que el cuerpo no es una mercancía. Que mujeres y niños son usados como objetos sexuales es un hecho. Se rifan, se subastan, se venden, se esclavizan. Es la manifestación más extrema de la misoginia y del desprecio a menores como seres humanos.
Si bien es cierto que los que participan en estos crímenes son sociópatas, es la indiferencia alimentada por la misoginia solapada lo que permite que semejantes prácticas sobrevivan en culturas supuestamente civilizadas.
Existe otro bemol en la lista de cuerpos como mercancía: los que justifican su pederastia bajo el disfraz de "cariño", algo muy común cuando el pederasta no comete una violencia abierta del tipo que acostumbramos ver cuando hay golpes o violaciones.
Pero violencia sí hay, un atentado atroz contra el desarrollo psicosexual de un menor, niño o niña. Es una violencia cuyas consecuencias duran toda una vida.
Parte del asqueroso cuadro de cuerpos como mercancías es la forma en que la Iglesia católica valora menos la vida de un niño que la supuesta utilidad de un sacerdote, como si fuera posible poner en una balanza precisamente lo que la Iglesia alega cuidar: el alma.
Las acciones hablan más que las palabras, y el hecho de que la Iglesia no ha intentado cambiar el mal estructural que produce una especie de pederastia endémica entre sus rangos revela un mensaje claro: ni comprende plenamente el daño causado, ni se da cuenta de que la pederastia no se cura, ni entiende que la misoginia plasmada en los escritos supuestamente sagrados apoya el poder masculino que caracteriza a la Iglesia.
Los actos revelados por las víctimas en la reciente conferencia del Vaticano sobre abuso sexual clerical incluyen la violación de monjas y la sistemática destrucción de archivos de la Iglesia que registraban abusos. El cuerpo como mercancía. El secreto como defensa.
Tal vez lo más terrible de todo esto es tener que reconocer que la corrupción puede disfrazarse de muchas maneras, pero que está presente en todos los niveles de las "autoridades" que las sociedades han creado para su propia y esencial protección.
El problema que tiene México estriba en que la corrupción es, como la pederastia en la Iglesia, endémica. Mientras no se comprenda que también es estructural, el resultado de décadas de "la mecánica nacional", será difícil combatirla plenamente.
Pero como slogan de campaña no está mal. Parece que convence...

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