OPINIÓN

¿Las barbaridades que suelta el Presidente no mueven a risa como deberían?

El inrisible

LA MENOR IMPORTANCIA / José Israel Carranza EN MURAL

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Al verse acorralado por su ignorancia, cuando la pregunta famosa por los tres libros, Peña Nieto acabó de hundirse gracias a su ineptitud. Otro más astuto habría saltado aquellas arenas movedizas de diferentes modos: con algún chiste, con alguna respuesta ingeniosa, incluso con cinismo. Pero no: al entonces candidato le bastaron su limitado léxico y su pánico escénico para enredarse y sumergirse en el ridículo (y no fue la única vez, abundaron las oportunidades para que mezclara la burrada con la tontería, y jamás las desaprovechó: nunca hubo, por lo visto, quién lo corrigiera).