Escuchar el Himno Mexicano en el majestuoso Estadio Wembley, estar en lo más alto del podio, recibiendo una medalla dorada, volverle a ganar una Final a Brasil jugando mejor que los pentacampeones mundiales, demostrarle al mundo que nuestro futbol es digno de respeto y tener motivos para creer que esta nueva generación de futbolistas mexicanos está lista para competir con los grandes, todo eso sería un sueño si ayer por la mañana no se hubiese convertido en una realidad.