Golpe de Estado en Guatemala
Cuando el Presidente democráticamente elegido de Guatemala, Jacobo Árbenz Guzmán, fue derrocado en un golpe de Estado en 1954, la administración de Eisenhower lo calificó como un levantamiento contra un Gobierno comunista aliado con la Unión Soviética.
No obstante, el golpe tuvo el apoyo de la CIA, la cual elaboró listas de asesinos y discutió el reclutamiento de exiliados para participar, según archivos publicados décadas después. El Presidente Dwight Eisenhower aprobó una solicitud para dar bombarderos a los insurgentes, y los pilotos de la CIA ayudaron a construir una fuerza de oposición.
Árbenz también se había ganado a poderosos enemigos, entre ellos, una importante corporación estadounidense: la United Fruit Company. Su Gobierno había intentado confiscar tierras de la empresa, las cuales no usaba, para redistribuirlas en el marco de un plan de reforma agraria y pagar una compensación por el valor subestimado que la empresa había reclamado en sus pagos de impuestos.
Tras el golpe de Estado, Guatemala estuvo por tres décadas en una guerra civil bajo el mando de varios líderes militares. Una investigación de la Iglesia Católica reveló que 150 mil personas murieron y 50 mil desaparecieron por la fuerza durante el conflicto, y se estimó que el 80 por ciento de las bajas fueron causadas por tropas guatemaltecas.
La invasión de Bahía de Cochinos

Archivo Histórico / Imagen del 17 de abril de 1961 que muestra al líder cubano Fidel Castro durante la invasión a Bahía de Cochinos;
Tras la llegada al poder de Fidel Castro en Cuba en 1959, las relaciones de su Gobierno con Washington se deterioraron rápidamente. La CIA pronto comenzó a planear una invasión, ayudando a armar y entrenar a una fuerza anticastrista en una base secreta en Guatemala.
La agencia llevó a cabo el desastroso ataque en abril de 1961. El plan consistía en que exiliados cubanos, con el apoyo de la CIA, derrocaran al Gobierno comunista de Castro mientras pilotos de la agencia bombardeaban parte de la fuerza aérea cubana. Unos mil 500 exiliados cubanos fueron desembarcados a la isla, superados en número y mal equipados, y rápidamente derrotados por el Ejército cubano, que capturó a casi mil 200 de ellos.
Un análisis de 150 páginas sobre la operación concluyó que casi ninguno de los oficiales de la CIA involucrados hablaba español y que la agencia había creado una "situación organizativa compleja y extraña" con pocas posibilidades de éxito. "La agencia seguía adelante sin saber exactamente qué hacía", según el informe.
Intentos de asesinato

La CIA llevó a cabo al menos ocho complots para asesinar a Castro, según un informe del Comité de Inteligencia del Senado que fue publicado parcialmente en 1975.
La CIA llevó a cabo al menos ocho complots para asesinar a Castro, según un informe del Comité de Inteligencia del Senado que fue publicado parcialmente en 1975 y revelado en su totalidad mucho después.
Algunos planes fueron mucho más allá que otros. Uno de ellos "implicaba el uso de figuras del crimen organizado" y otro llegó incluso a enviar pastillas venenosas a Cuba y enviar equipos allí, según el informe.
Otro plan consistía en entregar armas y otros dispositivos de asesinato a un disidente cubano, incluyendo un bolígrafo venenoso. La agencia también exploró métodos que incluían puros tratados con toxina botulínica, una "concha marina exótica" preparada para explotar en una zona donde el líder cubano solía bucear, y un traje de buceo contaminado con la bacteria que causa la tuberculosis.
La CIA también suministró armas a los disidentes que asesinaron a Rafael Leónidas Trujillo Molina, el líder autoritario de la República Dominicana, en 1961. Y un agente de la CIA también ayudó a un equipo de soldados bolivianos a capturar al Che Guevara en 1967, en una misión que terminó con la ejecución de Guevara.
Un 'clima de golpe' en Chile

Soldados y bomberos sacan el cuerpo del Presidente Salvador Allende, envuelto en un poncho boliviano, del destruido palacio presidencial de La Moneda.
Tan pronto como Salvador Allende asumió la presidencia socialista de Chile en 1970, el Gobierno de Nixon comenzó a planificar medidas en su contra, preocupado por su posible conversión en un modelo para otros países. La CIA buscó "crear un clima golpista" maximizando la presión sobre el Gobierno chileno, según documentos estadounidenses desclasificados.
Las operaciones encubiertas incluyeron una campaña mediática de propaganda antigubernamental financiada por la CIA, el bloqueo de préstamos a Chile por parte de instituciones financieras multilaterales, fondos secretos para propiciar ataques y la garantía al Ejército chileno de que contaba con el pleno apoyo de Estados Unidos.
Las notas manuscritas del entonces director de la CIA mostraban algunas de las instrucciones del Presidente: "Una probabilidad entre diez, tal vez, pero salven a Chile"; "no me preocupan los riesgos involucrados"; "trabajo de tiempo completo; los mejores hombres que tenemos"; "hacer que la economía grite".

Augusto Pinochet, segundo por la derecha, aparece con otros miembros de la junta militar de cuatro hombres que tomó el poder en Chile el 11 de septiembre de 1973.
Una comisión del Senado que investigaba acciones encubiertas en Chile halló escasas pruebas que vincularan al Gobierno estadounidense con la participación directa en el golpe militar que se produjo, según el Departamento de Estado. En ese golpe, en septiembre de 1973, rodeado en el palacio presidencial sitiado, Allende finalmente ordenó a todos los que aún lo acompañaban que se rindieran. Se quedó atrás y se pegó un tiro.
La junta militar estuvo dirigida por el general Augusto Pinochet, quien durante los siguientes 16 años consolidó el poder en un régimen represivo acusado de torturas generalizadas, ejecuciones y desapariciones.