OPINIÓN

Goteras

Paloma Ramírez EN MURAL

4 MIN 00 SEG

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En alguna época de mi vida, tan pronto como cerraba los ojos y sucumbía a los efectos de Morfeo, aparecía en una casa laberíntica, de escaleras que brotaban y se desvanecían de manera caprichosa, y de techos altos y apuntalados con pilotes. La reconocía como mi casa, la de mis sueños o, más bien, la de mis pesadillas. Invariablemente, afuera llovía y, adentro, también. El agua se filtraba por el techo, esto sin importar que hubiera un ejército de trabajadores sellando e impermeabilizando el exterior. Tardaban más en reparar una gotera que el agua en encontrar una nueva ranura para penetrar. El interior de la casa asemejaba una gran fuente. Y a mí se me ponía la piel chinita cuando las gotas de agua se estrellaban contra las baldosas. Plaf. Plaf. Plaf.