Si León fuera aquel joven de sexto de primaria, sería el alumno aplicado que recibiría todos los honores al término del curso. El más destacado, el de mejor promedio y el de reluciente boleta por tan sobresalientes calificaciones mes a mes. El del uniforme impecable y el de los zapatos más lustrosos. Vaya, el más estudioso que le arrebataría la medalla de excelencia al resto de los compañeros.