Había una vez un artista italiano que llevó el erotismo, el estilo barroco de su país y a las medusas, a todas las mujeres del mundo. Se llamaba
Gianni Versace, y después de su trágica muerte en 1997, su rubia hermana
Donatella, fue la encargada de seguir trasmitiendo todo ese sentimiento de sensualidad mediterránea al universo.