Como una especie de "Pulga" (mercado o bazar) aérea, el Gobierno federal puso en exhibición y venta un total de 72 aeronaves con las que se daban gusto paseando el anterior Presidente y sus subalternos.
Muestra ésta de la austeridad que pretende imponer el nuevo Gobierno federal.
Esto de la eliminación de gastos superfluos y lujos inaceptables resulta ser algo loable y merecedor de ser reconocido al Gobierno del Presidente López O., mas aún así no dejó de presentarse una piedrita en el arroz.
Siendo esta piedrita que se les permitió (y seguros estamos que argumentarán razones de seguridad) al Secretario de la Defensa y al Secretario de Marina conservar para su uso exclusivo sendos jets ejecutivos de gran lujo y prestaciones: éstos un par de Gulfstreams G550 comprados en el 2016 con un costo de cincuenta y cuatro millones de dólares cada uno.
Tendremos entonces la contrastante paradoja de que mientras el Presidente de la República se mueve en aerolínea, dos de sus jefes militares viajarán en aviones privados que son los mismos que utilizan los magnates empresariales más acaudalados a nivel mundial.
Como por ejemplo el co-chairman del Carlyle Group, David Rubenstein, quien comanda uno de los fondos de inversión más grandes del mundo y tiene a su disposición uno de estos Gulfstreams.
Fuera de este detalle nos parece excelente que el Gobierno federal haya decidido deshacerse de tanto y tan caro juguete para ingresar recursos a las arcas nacionales, ahorrar gasto y evitar tentaciones.
Sería bueno saber, por ejemplo, si están incluidas en la subasta aérea las aeronaves, tanto de ala fija (aviones) como de ala rotativa (helicópteros) que emplean paraestatales como PEMEX y la CFE.
Recordamos que el que fuera director de PEMEX, Emilio Lozoya Austin, solía darse enorme gusto apuntando horas de vuelo en la bitácora de los aviones de PEMEX, tan lujosos que hasta se los solicitaban en "préstamo" otros funcionarios del Gobierno peñanietista.
Dentro del total de 72 aeronaves de las que pretende deshacerse el Gobierno morenista hay una muy buena cantidad que son "chatarra", esto es, viejos y descuidados, por los cuales seguramente no recibirán gran cosa, dado que quien los compre serán sólo para el deshuesadero.
Nos explicaban que en el caso de los aviones viejos el mantenimiento de ellos rebasa por mucho en costo el valor de la aeronave.
Es exactamente el caso de aquel compadre que le ofreció a su amigo un excelente burro: "No, gracias, compadre", le respondió el potencial comprador, "no es lo que cuesta el burro, ¡sino lo que vale el maíz!".