OPINIÓN

Las llaves y el mosco

Juan Villoro EN MURAL

4 MIN 00 SEG

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Hace unos veinticinco años escribí un texto sobre la esquiva amenaza de las noches, el mosco que se anuncia con su insoportable ruido. Recordé entonces a Paul Müller, inventor del DDT, quien en 1948 recibió el Premio Nobel y contribuyó a desatar la pasión fumigadora que dominó la segunda mitad del siglo XX. Una peculiar idea de la salud hizo que las amas de casa rociaran veneno en todos los rincones sin quitarse el cigarro de la boca. Cuando el novelista cubano Eliseo Alberto le preguntó a su abuela cuál había sido el acontecimiento fundamental de su larga vida, ella respondió sin vacilar: "Los insecticidas". Nada superaba al placer de acabar con bichos en el trópico.