OPINIÓN

Los malos socios

Luis Rubio EN MURAL

0 MIN 30 SEG

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Nadie puede confundir al gobierno de China con el de México. Independientemente de las enormes diferencias históricas y culturales, las dos naciones buscan transformarse, cada una a su estilo y forma. Cualquiera que acabe siendo el devenir del gigante asiático, el gran contraste entre los dos países es que el gobierno de aquella nación tiene monumentales ambiciones y claridad meridiana sobre cómo pretende alcanzarlas. Quienquiera que haya visto sus aeropuertos, carreteras, trenes y, sobre todo, los productos de cada vez mayor sofisticación que emanan de sus fábricas, no puede más que maravillarse de sus logros.