OPINIÓN
MÉXICO MÁGICO / Catón EN MURAL
Tuve el privilegio de conocer y tratar a Armilla, de oír de sus labios muchas historias del toreo. Desde mi niñez lo admiraba, porque mi padre era armillista. Sostenía polémicas enconadas con amigos suyos de Monterrey que eran, naturalmente, partidarios acérrimos de Lorenzo Garza. Pasión sin límete ponían ambos bandos en la defensa de sus diestros, pero los más apasionados eran los de Fermín.