Aquel primer encuentro, como sucede con las primeras citas, provocó mariposas en el estómago. Tuvo lugar en el astillero de Fincantieri, en Marghera, sí, en la romántica Italia. Fue una mañana septembrina de 2024, y el
Norwegian Aqua -con sus 322 metros de eslora y un colorido casco pintado por la artista Allison Hueman- ya prometía convertirse en un prodigio de la industria naviera.