Tras el fracaso de la iniciativa de reforma constitucional en materia electoral, propuesta a finales del año pasado, así como del denominado Plan B -el cual no era otra cosa más que el intento por vía legal de eliminar, entre otros aspectos, las restricciones existentes a nivel constitucional de la propaganda gubernamental durante los procesos electorales, así como modificar la estructura operativa del INE-, el Presidente optó por volcar su propaganda en los espacios públicos a favor de Morena y sus aliados, y en contra de la Oposición, lo que se ha denominado por algunos como el Plan C.