Si existe un dios del futbol, me queda claro que el Clásico Regio es uno de sus rituales favoritos. Desde algún lugar, quizá escondido entre las montañas, debe disfrutar más que nadie esa incomparable ceremonia donde Tigres y Rayados danzan durante dos horas para que nunca falte en Monterrey la pasión más auténtica por la pelota.