OPINIÓN

Raza bromista

Manuel J. Jáuregui EN MURAL

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Al parecer, a los asistentes a la inauguración del estadio de los Diablos Rojos, equipo de beisbol de la Ciudad de México, no les llegó el memorándum.

Ése que dice que al Presidente López Obrador no se le puede abuchear, que sólo es permisible el aplaudirle y echarle porras.

Los abucheos, de acuerdo con el memo que no les llegó, como los que recibió apenas pisó el diamante el señor Presidente, están reservados para los Gobernadores de Oposición y otros "fifís", pero nunca de los nunca jamás para el Presidente López Obrador.

En esta nueva era de la Cuarta Transfiguración todo mundo está obligado a simpatizar con él, a darle la razón en todo, a alabarlo, cantar sus loas y obedecer a pie juntillas, sin chistar, todas sus órdenes, pues al parecer al igual que el Papa Pancho, nuestro Presidente posee el don de la infalibilidad.

Es como el General revolucionario, de quien decía su tropa: "¡El General nunca se equivoca, y cuando se equivoca, vuelve a mandar!".

Pos ah qué raza tan bromista, cómo se les fue a ocurrir abuchear al Presidente, él quien tan acostumbrado está a abuchear a los demás.

La verdad es que, aquí entre nú, debemos decir con riesgo a sonar "fifí" que el señor Presidente respondió mal a la rechifla, mostró que le molestó, que le dolió, en pocas palabras: enseñó su lado blando, dio la pista a sus adversarios/enemigos de cómo sonarle donde le duele.

Pero sobre todo, dio a conocer que para ser un político con muchos años en la marina, tiene la piel muy DELGADITA, increíble que no se haya curtido con tanto tiempo en la política.

Tan fácil que le hubiera sido salir con sus "corazoncitos" y "besitos" (a menos que ésos sean para la campaña solamente, pero nunca para gobernar).

Ahora que, para minimizar las mentadas y rechiflas, otra vez sacó a relucir su cantaleta de la "mafia en el poder".

¿Pos quién le entiende?

Los de la dizque "mafia en el poder" son ahora sus "buenos amigos", y a su casa va para reunirse con el Kushnersito, yernito de Trump.

Todo parece indicar que esa tal "mafia en el poder" es en realidad un blanco móvil: un día son unos, otro día son otros, y los que eran antes ya no son y los que son no eran.

'Tá carajo seguir la lógica del pitcher que tiró la bola inaugural, palomita por cierto, un día son los "fifís", otro día es la "mafia en el poder", la siguiente semana son los "conservadores" (que para saber quiénes son éstos es necesario que se echen el churrasco "Patria", documental del cuatacho presidencial, Taibo 2.0).

Tal vez se le olvida al Presidente que "quien se lleva se aguanta", quizás debería alguien de la UNAM explicarle a los asesores del señor Presidente la Tercera Ley de Newton: a cada acción hay una igual y opuesta reacción.

Si él todos los días, y con esto queremos decir T-O-D-O-S, se la pasa trepado en su púlpito echándole a quien disiente de él a diestra y siniestra, colgándoles epítetos, inculpándolos de hechos incomprobables, denostando, agrediendo, molestando y bajándose del ring para agarrar a sillazos a quien se le pega la gana, ¿a poco piensa que nadie se las va a devolver?

Él, habiendo sido priista, seguramente debe conocer la máxima: "Los carniceros de hoy serán las reses del mañana".

¡Claro que lo abuchearon!

A estas alturas en algún rincón del País hay alguien, que también tiene algo de poder, que está hasta la progenitora de él por la forma tan pisotona con que gobierna, por su intolerancia a la disidencia, por su rechazo a cualquier opinión contraria, ¡oh, Dios perdone!, CRÍTICA a sus decisiones de Gobierno.

Gobernar es el arte de crear CONSENSOS, de UNIR, de CONCILIAR y no, como lo parece ejercer (consciente o inconscientemente) el Presidente López, a puro golpe de lengua, que luego puede conducir a insensateces como el intento de persecución al historiador Enrique Krauze quesque por ser parte de un "complot" para desprestigiarlo, todo porque algunas personas en pleno ejercicio de su DERECHO a pensar y expresarse libremente realizaron un documental (éste sí mejor que los de Taibo Two) contra el POPULISMO.

¿Y luego qué?

Ser político, de cualquier rango, implica el tener que apechugar: no siempre se tiene el sartén por el mango (¿verdad, raza?), si no por otra cosa, por el solo hecho de que somos mortales.