La gran mayoría de las empresas, micro o pequeñas, catalogadas como "no esenciales" o incluso aquellas que aún teniendo permitido trabajar han visto afectadas sus operaciones y disminuidas sus ventas a causa de las medidas adoptada por el Gobierno por la pandemia, están muy próximas al punto de inflexión donde deberán tomar la difícil decisión de continuar (al menos por algunos días o semanas más) o renunciar al sueño que representó abrir esa empresa con la inherentes consecuencias que conlleva ello: despedir empleados y mandarlos literalmente a la calle en el peor momento que la humanidad tenga memoria.