Tirar los zapatos a los cables...

La sonrisa picaresca se dibuja en sus ojos: "Fue simple", me cuenta. "Un día iba por el barrio donde me hice futbolista, levante la mirada, vi los cables de luz que colgaban en la esquina y dije: 'se terminó'. Tiré los zapatos con los cordones amarrados y se quedaron ahí colgados".