El Monterrey no tenía otro remedio más que jugar con su cuadro titular en la Concachampions y los motivos son obvios; buscar su tercer pase al Mundial de Clubes de forma consecutiva, lo que sería algo plausible, y además, aprovechar las carencias del Xelajú, equipo guatemalteco cuyo nombre me recuerda a medicina para depresión, cansancio o desánimo, justamente lo que requieren los Rayados para tratar de controlar su enfermedad futbolística.