Después de la pasada final del futbol mexicano, donde ambos equipos no se hicieron daño y donde hubiera preferido dormir a ver el partido, era imposible no recordar aquel junio del 99, cuando siendo un adolescente lleno de esperanza en el cuadro rojinegro, los vi llegar por primera y única ocasión a una Final. Los gritos enchinaban la piel y el epicentro del temblor que se sentía en el coloso de la Calzada Independencia te llevaban directamente a un mundo totalmente diferente al que se vive el día de hoy.