OPINIÓN

Adiós, Andy

Denise Dresser EN MURAL

4 MIN 00 SEG

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
Desde el primer día, López Obrador quiso controlarlo todo. El gobierno, el partido, la narrativa, el poder. No le bastaba con ser Presidente: también quería ser patriarca. Jefe máximo de una transformación que no admitiera disidencias ni desviaciones. Por eso nombró a Claudia Sheinbaum como sucesora dócil. Por eso formó a su hijo Andrés López Beltrán como delfín silencioso. Claudia para cuidar el legado. Andy para heredarlo. Le dio poder tras bambalinas. Lo convirtió en operador político, en confidente, en emisario personal. Le abrió paso en Morena, hasta hacerlo secretario de Organización. Lo preparó para sucederlo. Pero ahora, con las derrotas, los escándalos y las bolsas de Prada, el heredero se derrite. Y el sueño dinástico de AMLO también.