Claudia Sheinbaum recibió como herencia las peores y más fallidas estrategias de seguridad, las inútiles obras faraónicas que tiene que seguir financiando, vicios políticos que no se atreve a erradicar, políticos de los que no puede o no quiere deshacerse y la bomba de tiempo que es la reforma al Poder Judicial. Ella, a su vez, heredó a Clara Brugada una ciudad echa ruinas, con un Metro lleno de problemas, el caos vehicular y exceso de baches.