Como seres de corta memoria, una vez pasando los intensos calores de abril y mayo, no hay nada que anhelemos más que las lluvias de junio. Dice la leyenda que San Juan trae el temporal y en nuestra mente, nada se desea más que un mediodía sin la piel rostizada, una tarde que no parezca que atravesaste el desierto y una noche fresquísima, para dormir con la ventana abierta, escuchando el sonido de la lluvia.
Sofía Orozco
Es tapatía, chef repostera por casualidad y periodiquera por afición. Desde una perspectiva ciudadana, analiza y critica lo cotidiano.