OPINIÓN

MÉXICO MÁGICO / Catón EN MURAL

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Cadereyta es una ciudad de Nuevo León cuya cercanía con Monterrey no le ha quitado su propio modo de ser ni la riqueza de su tradición. Sus laboriosos habitantes hacen, entre otras muchas cosas, las mejores escobas del mundo, tan buenas que podrían barrer todos los vicios que hay en este País si alguien tuviera verdadero interés en acabar con ellos.

Pues bien: en Cadereyta había un loquito a quienes los vecinos llamaban cariñosamente "Pimo", pues él así les decía a todos, por decirles "primo".

En dondequiera andaba Pimo con una carretilla. No la desamparaba nunca; la llevaba a donde iba, aunque no iba nunca a ningún lado.

Para estar dentro de la ley le puso placas, una adelante y otra atrás; aquélla de Arkansas, de Texas ésta. Las encontró de seguro en algún "yonke", nombre con el que son conocidos en el norte los depósitos de viejos autos inservibles donde se pueden hallar a bajo precio partes para los que todavía están en uso. En inglés la palabra "junk" significa "basura, desperdicios", pero también quiere decir "material desechado al que se puede dar otro uso". De ahí viene aquel vocablo: "yonke".

Volviendo al relato, lo que llamaba mucho la atención en el caso de Pimo es que aunque siempre traía su carretilla jamás llevaba nada en ella. Vacía andaba siempre la carretilla del buen Pimo. Por todas partes iba y venía con su carretilla, pero en ella no cargaba nada. Al ver eso no faltaba quién le preguntara: -Oye, Pimo: ¿para qué quieres la carretilla? Y contestaba muy serio él:

-Pos pa no andar a pata, pimo.