El arranque del partido me ilusionó no sólo por el golazo de Neri Cardozo apenas al minuto seis, la insistencia de los Rayados en recuperar la pelota y jugar con siete u ocho hombres en la cancha del rival, con toques de primera, movilidad y desequilibrio individual, trajo como consecuencia un dominio abrumador, que dibujaba un futuro tranquilo para el Monterrey en el partido.