LA ACTITUD del senador Gerardo Fernández Noroña (y de varios morenistas más) podría resumirse así: "Hágase, Señor, tu austeridad en las mulas de mi compadre". Sería de risa, si no fuera una tragedia para la congruencia, ver cómo el aguerrido legislador que se ufanaba de vivir en una vecindad, ahora trata de justificar sus vuelos en una aeronave privada.