Wu Wei

Tienes un compromiso de suma importancia al siguiente día por la mañana. Te has preparado minuciosamente este último mes para atenderlo. Ya es de noche. Tomas un té de manzanilla, te das un regaderazo con agua caliente, pones el celular a un lado, lees unas páginas, el aire acondicionado enfría el cuarto, bajas las cortinas blackout y le pides a Alexa que ponga sonidos de mar. Toda una orquesta para optimizar el sueño. Ya encamado, encuentras la posición correcta, la segunda almohada entre las piernas, respiras profundo y cierras los ojos. Los dulces sueños esperan. Pero los minutos se acumulan, cambias de lado, tu mente navega a la presentación del día siguiente, dudas los números, los repasas, sudas y ahora las horas se empalman. Abriste las sábanas a las diez... y ya son las tres. Los ojos pesan, los minutos que no duermes te abruman, pero no te vas. Qué pesadilla.