OPINIÓN

MÉXICO MÁGICO / Catón EN MURAL

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Los mineros depositaban sus barras de plata en la casa de beneficio de Pachuca. Ahí les entregaban un pliego de recibo que se convertía en papel moneda cuando era partido en dos: una mitad la llevaba consigo el dueño de la plata; la otra se quedaba con el custodio de las barras. El dueño de éstas podía usar su mitad como dinero en efectivo. A cada una de las mitades se le llamaba "pachuco", por el nombre de la ciudad donde la plata era depositada. Pasaron los años, pasaron muchos años, y en tiempos de la Segunda Guerra Mundial hubo escasez de moneda fraccionaria en nuestro país. El Banco de México autorizó entonces que los billetes de un Peso pudieran ser cortados a la mitad. Cada una de las dos partes, obvio es decirlo, valía 50 centavos. A la media parte de un billete de un Peso se le llamaba "pachuco", quizá por influencia de aquel recuerdo de la minería de plata.