OPINIÓN

MÉXICO MÁGICO / Catón EN MURAL

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Las grutas de Cacahuamilpa, en el Estado de Guerrero, no fueron conocidas por "la gente de razón" sino hasta el año 1834. Los lugareños ocultaban celosamente su existencia. Un señor de Tetecala muy apreciado por los indios, don Manuel Sáenz de la Peña, mató en riña a un adversario suyo por pleitos de colindancias. Huyó del poblado y fue a refugiarse con sus amigos indígenas, que lo escondieron en la caverna prodigiosa. Fue don Manuel, entonces, el primer extraño que conoció las grutas y reveló después sus maravillas. A fines del siglo XIX se organizó una excursión para que don Porfirio Díaz visitara Cacahuamilpa. Lo hizo en compañía de numerosa comitiva, y los visitantes se entretuvieron jugando al tiro al blanco con sus pistolas. Los blancos eran las estalactitas y estalagmitas de la cueva.