OPINIÓN

Una obra pensada para dialogar con los prejuicios y miedos de hoy no puede escapar a los temores de quienes la presencian

Pesadilla verde

Jorge Volpi EN MURAL

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
El verde. Si un color prevalece en Nuevo Orden, la película de Michel Franco ganadora del León de Plata en el Festival de Venecia, es el verde. El verde que los manifestantes escogen como insignia de su protesta. El verde que entinta el agua. El verde que explota en el parabrisas de su protagonista. El verde de los coches y los uniformes del Ejército. Y el verde que ondea en las gigantescas banderas colocadas en distintas zonas de la ciudad. Y es justo ese color el que ha generado tanta incomodidad: de un lado, quienes ven en el verde de los revoltosos un guiño a la ola verde argentina y, en general, a los pañuelos usados por las feministas para conseguir el aborto legal; y, del otro, el verde olivo que encarna el poder militar.