El primero de junio va a marcar simbólica e históricamente el fin del sistema de justicia de la transición democrática en México. No es el principio de un nuevo sistema; es el final de uno que fracasó. En las siguientes décadas, tendremos que construir un nuevo sistema de justicia. Cuanto antes nos demos a la tarea de proponer e imaginar ese nuevo sistema que corrija los graves problemas del que está muriendo, mucho más rápido podrá suceder el reemplazo.