Seguimos sin entender el nuevo régimen político mexicano. No se trata de un populismo autoritario o de una regresión democrática, como suele clasificarse a la llamada Cuarta Transformación. Acaso una definición más útil sea aquella de la revista The Economist, que ha renombrado a México como un régimen híbrido. Para la publicación británica hemos dejado de ser una democracia incipiente sin que seamos un autoritarismo típico. Más bien somos una mutación de aquel "ornitorrinco mexicano": ese espécimen único, cuyos rasgos políticos evolucionan más rápido que las categorías analíticas para clasificarlo. Se requiere una nueva taxonomía política para entender al país de hoy.