Violencia y antisemitismo
Guadalupe Loaeza EN MURAL
4 MIN 00 SEG
No hay nada más violento que el racismo convertido en antisemitismo. ¿Por qué lo digo? Gracias a periodista Philissa Cramer del diario The Jerusalem Post, me enteré que en la puerta del edificio de la Suprema Corte de Justicia, al lado de Palacio Nacional, aparecía a raíz de la marcha de la Generación Z del sábado pasado un grafiti pintado con aerosol, que decía "puta judía" además de una estrella de David tachada con pintura roja. Incluso el canciller israelí Gideon Sa'ar emitió un comunicado en español e inglés: "Israel condena enérgicamente los insultos antisemitas y sexistas dirigidos a la presidente de México, Claudia Sheinbaum. No hay lugar para este tipo de ataques en el discurso político. Todas las formas de antisemitismo, en cualquier contexto, deben ser rechazadas de manera inequívoca". A mí también me indignó, me dolió y me enojó. De hecho ya me encontraba contrariada por la forma tan violenta en que se había desarrollado la marcha por parte de los granaderos enviados del oficialismo y por los jóvenes y no jóvenes, que llevaban la cara cubierta, y que en medio de su aparente indignación destrozaban todo aquello con lo que se encontraban. Acompañando a esta violencia física, era inevitable recurrir a la verbal por ofensiva que hubiera sido.

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Descubrió quién es gracias a la escritura y al periodismo. Ha publicado 43 libros. Se considera de izquierda aunque muchos la crean "niña bien". Cuando muera quiere que la vistan con un huipil y le pongan su medalla de la Legión de Honor; que la mitad de sus cenizas quede en el Sena y la otra mitad, en el cementerio de Jamiltepec, Oaxaca, donde descansan sus antepasados. Sus verdaderos afectos son su marido, sus hijos, sus nietos, sus amigos y sus lectores