OPINIÓN

Ciudadanxs notables

TRANSVERSAL / David Gómez-Álvarez EN MURAL

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
La participación ciudadana es ingrata: hay que dedicarle mucho tiempo y deja pocas satisfacciones. Por lo general resulta frustrante, pues se pone mucho empeño y los resultados suelen ser pírricos. Existen muchos más ejemplos de participación inducida, simulada y hasta manipulada, que de un auténtico involucramiento cívico. Participar en los asuntos públicos supone para el ciudadano un costo de oportunidad enorme: se tiene que estar dispuesto a sacrificar tiempo libre o de trabajo para dedicárselo -de forma honorífica, en todos los sentidos- a temas complejos. Y cuando lo hace, se topa con profesionales de tiempo completo que defienden su esfera de influencia política como si fuera privada. De suerte que la relación entre el gobierno y la sociedad civil es, por antonomasia, asimétrica en recursos y capacidades, lo cual desalienta la participación ciudadana.