Cuando las autoridades de Veracruz afirmaron que la maestra Irma Hernández Cruz murió de un infarto, uno pensaría que fue una muerte natural. Pero las imágenes muestran otra cosa: una mujer de rodillas, maniatada, rodeada de hombres armados, obligada a transmitir un mensaje de amenaza. Eso no es un infarto. Eso es terror. Eso es sevicia.