OPINIÓN

Nuestra memoria de los héroes se debe, sobre todo, a lo descomunal de sus relatos

Épicos y fantásticos

LA MENOR IMPORTANCIA / José Israel Carranza EN MURAL

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Pletóricos de contradicciones y nimbados de mitos y malentendidos, los próceres principales de la historia patria son siempre figuras fascinantes, quizás en mayor medida gracias a los relatos que nos hemos hecho de ellos que a sus hazañas concretas. Estoy corroborándolo ahora que a mi niña, en tercero de primaria, están enterándola de esa materia. ¡Qué asombrosa es! La brevedad de la campaña de Hidalgo, por ejemplo, ¿cómo pudo dar cabida a lo descomunal de su empresa? Parece absolutamente fantástico que semejante épica haya podido desplegarse a lo largo de ese puñado de meses, desde la noche en Dolores y hasta que su cabeza fue a parar a la Alhóndiga -donde habría de secarse en una jaula de hierro y quedar ahí, exhibida como una monstruosa advertencia, ¡al menos durante 10 años!- Las precisiones que podrían hacerse a la justeza histórica de tales relatos importan menos, creo, que su poder de encantamiento. Y menos, también creo, que las consecuencias que tuvieron: en lo que deberíamos centrarnos es en el influjo de esos relatos en la conformación de nuestras conexiones emotivas con lo que somos.