OPINIÓN

La senadora ya no quiere que haya becas. Lo malo es que sobrará quien le haga caso

Lo preocupante

LA MENOR IMPORTANCIA / José Israel Carranza EN MURAL

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En vista del elenco de impresentables que históricamente han desfilado por el Poder Legislativo, no es en realidad insólita la presencia ahí de alguien como la senadora Jesusa Rodríguez. Es más: raro sería ver una legislatura en la que no hubiera ejemplares así. Lo que sí parece inexplicable es que se les haga caso. O, más bien, es injustificable: se comprende que los disparates, los argüendes, los exabruptos o las sandeces atraigan sobre sí la atención de la prensa, que sabe que haciéndoles eco va a atraer, a su vez, la atención del público; pero no habría por qué tomar en serio esas voces... ¿O sí? Si algo estamos aprendiendo en la «transformación» en curso, es que conviene no desestimar el efecto que puedan tener las peores ocurrencias, las ideas más ridículas, los rencores vueltos planes de gobierno, las inspiraciones más absurdas convertidas en acciones por obra y gracia de cualquier orate, con sólo que esté en la posición indicada.