OPINIÓN

MÉXICO MÁGICO / Catón EN MURAL

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Ignacio M. Altamirano hace el encomio de Tixtla, Guerrero, pueblo natal suyo y del propio héroe epónimo. Dice que fue fundado por Moctezuma Ilhuicamina con familias sacerdotales encargadas de difundir la religión de su imperio. Por tanto, los pobladores de Tixtla conservan un orgullo muy especial: "Se consideraron dueños de las iglesias, de las imágenes y de los curas. Acompañan a estos más con la celosa vigilancia del señor, guardián de un patrimonio, que con la sumisión servil de los neófitos y los fieles. La obvención que dan a los curas no es el tributo del siervo sino el honorario que paga el dueño de la heredad al trabajador que la cultiva".