La violencia no se combate con más violencia, sino con inteligencia. Uno de los casos más emblemáticos del uso de la inteligencia policial es Nueva York. A mediados de los años noventa la Gran Manzana era una de las ciudades más violentas de Estados Unidos. Una década después, la urbe de hierro se había convertido en una de las ciudades más seguras y prósperas del mundo. La reinvención de la metrópoli más famosa del planeta se debió, en gran medida, a su rescate de manos del crimen.