OPINIÓN

Y lo que falta...

Manuel J. Jáuregui EN MURAL

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Para quienes dudaban de la seriedad con la que el Presidente López Obrador se ofreció ante el pueblo de México como adalid de la lucha contra la corrupción, la detención ayer de la ex titular de la Sedesol, Rosario Robles, por cuantiosos presuntos desvíos del erario, debe disipar cualquier recelo.

Salta a la vista, aun para los escépticos, que la lucha contra la corrupción va muy en serio, hasta donde tope. No en balde, curándose en salud, tanto Pepe Toño Meade como Pepe Toño González Anaya, uno ex candidato presidencial del PRI, ex Secretario de Hacienda y sucesor de Robles en la Sedesol, y el otro ex Secretario de Hacienda, se presentaron ayer tempranito en Palacio Nacional.

El Presidente López es bastante persistente, así que no dudamos ni tantito que este escandaloso caso de corrupción no pare con Robles, y al igual que ha hecho la defensa del ex director de PEMEX Emilio Lozoya, otro miembro del Gabinete peñanietista, va a involucrar a sus superiores para poder librar, o medio librar, los cargos transfiriendo la culpa a otros funcionarios, incluso hasta al ex Presidente.

Quien si no está arrepentido ya de haberse placeado como marajá con su harem de libélulas y gaviotas, y ahora con la modelo Tania Ruiz, se arrepentirá mañana, pues con ese aire de frívolo y con las revelaciones sobre su campaña financiada por Odebrecht, la Casa Blanca y los casos de corrupción en su administración que investiga el Fiscal Gertz Manero, y los que ya son del conocimiento de la opinión pública, suman para convertirlo en el prototipo nacional del servidor público corrupto.

Allá en Boston, donde se fue a esconder el también ex Secretario de Hacienda y artífice ejecutor de muchos de los abusos del Gobierno peñanietista, Luis Videgaray, quema mucho el sol y no dudamos que también este antipático y soberbio sujeto salga chamuscado. Ya en Chihuahua el excelente Gobernador Javier Corral detectó y fincó acusaciones (a nivel estatal) en las que se documentan desvíos de fondos públicos hacia el PRI a través de la SHCP, siendo este sujeto mencionado Secretario de Hacienda.

No creemos que esta cruzada que saltó ante los ojos de la opinión pública nacional con la detención de Rosario Robles sea una "cacería de brujas", sino que como nos dijo un muy bien enterado amigo, el Presidente López Obrador no tolera la corrupción, le parece aberrante y la detesta por considerarla una traición al pueblo que aporta -vía impuestos- los recursos de los que malos funcionarios se despachan ruinmente para su beneficio personal en perjuicio de la Nación.

Todo indica que se aplicará la Ley "caiga quien caiga", de manera que todo aquel que participó en la Administración encabezada por uno de los peores Presidentes que ha tenido México, Enrique Peña Nieto, debe andar tramitando ya su amparo.

Empezando con aquellos a quienes aún no los alumbran las candilejas de la Fiscalía General de la República, por ejemplo, el ex titular de la SCT, Gerardo Ruiz Esparza, quien con una escarbadita respecto a quienes adquirieron los terrenos adyacentes al cancelado NAIM-Texcoco tiene para tatemarse. Y no hablemos siquiera de los contratos del mismo, de los costos de los trenes, de la "joroba" asesina y demás chuladas atribuidas a éste quien fuera el mozo de estoques presupuestal de EPN en Edomex y en la Administración federal pasada.

En esta lucha contra la corrupción, el pueblo de México apoya al Presidente, que no quede la menor duda, y ello con la convicción de que un país en el que el erario se sifonea a manos de los servidores públicos es uno que padece la más denigrante de las injusticias: tolerar el enriquecimiento personal de una élite de poder en detrimento del bienestar no sólo de los más necesitados, sino de todo el pueblo mexicano.

No tenemos el menor empacho en reconocerle al Presidente López Obrador un ACIERTO ejemplar al aplicar la ley para hacer valer el imperio de ésta en este pobre País demeritado por la IMPUNIDAD en torno a la corrupción en el servicio público, uno de nuestros cánceres sociales más debilitantes.