OPINIÓN

Inicio arrastrado

Manuel J. Jáuregui EN MURAL

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
El sector de la construcción es en México el impulsor #1 de la creación de empleos.

En lo que va del actual sexenio esta crucial actividad registró un inicio arrastrado: el peor avance desde "la crisis de diciembre" con el Dr. Ernesto Zedillo Ponce de León.

¿Se acuerdan?

Ese Presidente que dice la leyenda urbana que le reclamó al saliente Secretario de Hacienda, Dr. Pedro Aspe Armella: "Oye, me dejaste la economía prendida de alfileres".

A lo que -supuestamente- el Dr. Aspe le respondió: "¡Entonces para qué se los quitabas!".

No sabemos de qué esté prendida actualmente nuestra economía -si es que de algo-, pero lo que los datos del INEGI arrojan es que corriendo el séptimo mes del sexenio, esta actividad de la construcción, tan vital para la creación de empleos, registra una baja de casi el 7 por ciento.

O sea que si está actualmente nuestra economía prendida de algo no es de la construcción, ni de la vivienda, ni de infraestructura, ni de desarrollos, ni de nada.

Tan sólo en la CDMX hay una media docena de miles de albañiles desempleados y hay quienes le imputan a este hecho el bestial incremento de la DELINCUENCIA en la Capital.

Con tanto desocupado, la desesperación por carecer de sustento para sus familias se convierte en un estímulo para la delincuencia: como ustedes bien saben, amigos lectores, la gente desesperada comete actos desesperados.

Como que falta impulso, como que falta atención a este sector, como que ya es para que comience a soltar el Gobierno federal los amarres del gasto público y al mismo tiempo generar confianza para que la BANCA mexicana comience de nuevo a PRESTAR, y de esta forma estimular el crecimiento económico vía el arranque vertiginoso de OBRA, tanto pública como privada en nuestro México Mágico.

En total cerca de 160 mil hogares dependen en todo México de esta actividad, por lo que con esto queda demostrado el alto impacto de la construcción, así como de la necesidad existente para reactivar este ramo cuanto antes.

Social y económicamente es lo indicado, es lo que requiere el País, por lo que resulta inexplicable la reticencia del nuevo Gobierno por atender esta necesidad, que además está muy alineada con las metas propuestas y ofrecimientos de campaña, verbigracia, crear empleos y crecer la economía (PIB) al 4 por ciento anual.

Meta de la cual -ni de relajo- estamos cerca, ni para este año ni para el siguiente.

Se antoja que desperdiciar la tercera parte del sexenio tolerando -y hasta gestando- un bajo crecimiento económico resulta ser algo que claramente se erige como un contrapropósito de las metas expresamente prometidas por el Gobierno de la 4T al pueblo mexicano.

Ello, amén de que partiendo de una plataforma de metas inalcanzadas y/o aplazadas DIFICULTA más el poder cumplirlas: no es lo mismo brincar al 4 por ciento de crecimiento a partir de una plataforma del 2 o 2.5 por ciento que de una de 0.5 por ciento o 1 por ciento.

Reactivar la economía siempre se verá complicado a partir de una recesión, pues se requieren MÁS TIEMPO y más recursos para volver a echar andar lo que se apagó o frenó.

Tristemente, esto es algo de lo que México no dispone en abundancia, esto es, ni de tiempo ni de recursos.

Lo que desespera más es que crear un entorno que propicie el crecimiento no es nada difícil o inalcanzable, es sólo cuestión de levantar el ancla, quitar el FRENO, desplegar las alas y México podría -literalmente- volar montado en una nube favorable a la inversión y al emprendimiento hacia ese crecimiento mágico del 4 por ciento anual.

Entonces sí, con una expansión vigorosa se acabaría el desempleo y podrían sentarse las bases para un desarrollo sustentable que ELEVE el nivel de vida de los mexicanos para acercarlos al que disfrutan los ciudadanos de los países desarrollados. No aspiramos a ser Venezuela, sino a rivalizar con Suiza o Noruega, Estados Unidos o Canadá en cuanto al nivel de vida de los mexicanos se refiere.

¿Qué esperamos, pues?