Despidos masivos
Manuel J. Jáuregui EN MURAL
Comienzan a prenderse las señales de alarma: Citigroup afirma que es "cuestión de tiempo" la degradación de la deuda soberana mexicana, así como la de PEMEX, toda vez que el "plan de rescate" recién anunciado se queda corto y llega tarde. Transferir los problemas de insolvencia de PEMEX al Gobierno central con la reducción de la carga fiscal ni le ayuda a PEMEX ni al Gobierno federal.
Lo que sí le pudiera ayudar a la petrolera más endeudada del mundo es reanudar los contratos de exploración y explotación con socios que aporten capital y tecnología y hacer a un lado mitos de abuelita removiendo la veda al "fracking". Lo que urge es incrementar la producción de petróleo, algo que no podrá lograr PEMEX solo y por combustión espontánea.
Mientras, está la terquedad del Gobierno en meterles bronca a los constructores de los gasoductos porque ni Rocío Nahle, ni Elvira Daniel Kabbaz, ni Octavio Romero ni el Dinosaurio Bartlett entienden que los contratos de los gasoductos son por transporte de molécula, y que los pagos realizados no generan derechos de propiedad de la CFE sobre ellos. Nadie en su sano juicio arriesga 2 mil 500 millones de dólares por buena gente y sin esperar un buen rendimiento como ROI a su enorme y riesgosa inversión.
Lo que ha ocasionado una serie de decisiones improvisadas (sin sustento y contrarias a la evidencia) tomadas por la 4T es que México esté iniciando una espiral descendente económica que está causando pérdida de empleos, mas no sólo dentro del aparato burocrático, sino en el sector privado.
Recién nos enteramos de que una de las empresas mexicanas más importantes en el sector del consumo se ha visto obligada a despedir a cerca de mil 900 personas. Esto se han visto forzados a hacer sus administradores, no por malos, crueles, explotadores, malhoras u ojisméis. No, lo han tenido que hacer debido a una vertiginosa caída en el consumo interno en México.
El ramo de la construcción está en crisis, hay unos 190 mil albañiles desempleados, sin ingresos, ¿cómo quiere el Supremo Politburó que subsistan estas personas y sus familias? ¿Acaso con los 3 mil pesos mensuales que les prometieron y que no les llegan?
Son éstas las consecuencias de los errores de la 4T en siete meses. Y como decía el desaparecido Raúl Velasco, "¡Aún hay más!". Estamos apenas iniciando con la debacle, a menos que se implementen medidas correctivas las cosas sólo van a empeorar más. ¿Cómo?, se preguntarán.
Con la pérdida de calificación el riesgo País se incrementa y portafolios que tengan deuda de PEMEX o deuda soberana de México tendrán forzosamente que venderlos, pues por reglamentos de la SEC no pueden colocarlos entre el público inversionista dado que se tornan sumamente especulativos. Con estas ventas forzadas de deuda viene una fuga de capitales y nadie querrá estar en México y menos en pesos. Se incrementará la demanda por dólares, el Peso se verá presionado y se devaluará: empresas que deben dólares e ingresan pesos sufrirán por un pinza mortal que estrangulará su rentabilidad y las podrá conducir a la ruina. Y este escenario, que Dios quiera no se dé, puede desenvolverse rápidamente en un santiamén.
Adicional a lo anterior, menos consumo equivale a menos demanda, a menor producción, a merma de ingresos para los productores, y ello derivará en pérdida de empleos, e incluso en el cierre y quiebra de negocios, sobre todo en el ramo del comercio: restaurantes, tiendas, etcétera, y en la venta -o no venta, más bien- de bienes de consumo sobre todo si no son esenciales.
Las potenciales consecuencias no son cosa menor, mucho dependerá de qué otras medidas se tomen y si el régimen muestra o no inclinación a rectificar ante la evidencia de que sus ocurrencias no funcionan, o por lo menos no en el terreno económico. Y mientras presenciamos esta dantesca obra, habrá que pensar en lo que significa socialmente que en una sola empresa mexicana, mil 900 familias se queden sin ingresos, y multiplíquenle por cientos. ¡Ave María Purísima!

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