Dengue y sargazo
Manuel J. Jáuregui EN MURAL
Un admirado compañero nos contó una anécdota fregona.
Napoleón (Bonaparte, no vayan a creer que el otro) cierto día manda llamar al director de la escuela militar para pedirle que le recomendara a uno de sus más prometedores cadetes para que fuese su "aide-de-camp".
"Le tengo, mi General", le replica el director, "al candidato ideal: es el más diestro en el combate cuerpo a cuerpo, es número uno en las prácticas de estrategia, es un fenómeno en el uso de las armas, sacó una calificación perfecta en teoría y usos de la artillería...".
En eso lo interrumpe el gran Napoleón (y fue grande hasta que llegó a Waterloo): "Todo eso está muy bien, monsieur l'directeur, pero dígame, ¿tiene suerte?".
Hablaba el Emperador, claro está, de la llamada "buena estrella", de ese don intangible que tienen algunas personas a quienes todo les sale bien, que parecen estar siempre en el lugar correcto, en el momento correcto y con la herramienta precisa que se requiere.
Otros tienen "mala estrella" y parece que los sigue una nube negra que se encarga de que todo les salga mal.
La diosa fortuna es veleidosa y a veces fastidia y luego favorece, pero para que esto suceda y ayude debe creerse en ella, cortejarla, rendirle pleitesía y quemarle su incienso, pues de lo contrario es más fácil tenerla en contra que a favor.
Les platicamos todo lo anterior para proponerles como idea, amigos lectores, que nos pongamos de acuerdo todos los mexicanos para juntos "ir a bailar a Chalma" para ver si así podemos jalar hacia nosotros un poquito de buena suerte... pero a nivel nacional.
Justo cuando Banxico afirma (ayer) que el crecimiento económico es más débil de lo esperado, nos explota un gasoducto, cuelgan cadáveres, secuestran, extorsionan, envenenan turistas con huachicol (el verdadero, esto es alcohol adulterado) y a ello habrá que agregar que a las playas más famosas de México, las de la Riviera Maya, les cae un mar infinito de apestoso, venenoso y destructivo sargazo.
Uno que viene en larga columna visible desde el espacio que se extiende desde Africa hasta el Caribe, y debido a las corrientes va directo a las playas de Quintana Roo.
Obvio que este enorme daño a nuestras playas imán del turismo nacional e internacional perjudica pero de a mádere la afluencia turística, y en consecuencia la economía turística de México.
Y por si lo anterior fuese poco, amigos, la semana pasada murió en Puerto Vallarta una atleta muy famosa originaria de Nueva Zelanda.
¿El motivo?
Le picó el mosquito del dengue, en su versión más peligrosa, y de sentirse mal a fallecer en un hospital de Vallarta transcurrieron sólo cuatro días.
Philippa "Pip" Greig, se llamaba la atleta (QEPD) y fue en el 2004 ganadora de los "Juegos X" en la modalidad de esquí.
Obvio, la noticia ha recorrido el mundo y se agrega a que a nuestros turistas o los gaseamos con el apestoso sargazo o los envenenamos con huachicol (alcohol adulterado) o los baleamos, asaltamos o secuestramos, ¡o les pica un mosquito y se mueren!
¡Nos lleva el patas de cabra!
Algo tenemos que hacer, amigos, para ahuyentar el mal fario y lograr que nos comiencen a caer bien las cartas, a que se nos alineen los astros, y que descienda sobre México una racha de buena suerte en la que salgan bien las cosas.
Que ya le pongan un alto a la violencia, que retorne la paz, que nos cubra como manto protector de la Guadalupana para gozar de integridad física y garantía de posesión de los bienes.
Que lleguen a feliz destino las negociaciones para activar el suministro de gas barato, que dejen de hacer pendulacadas que asustan a la gente, que se lleve el sargazo a otro lado y que fumiguen para que no le pegue el dengue mortal a nadie... y de pasada que Monreal y Batres se dejen de pelear por los huesos políticos y que la elección interna en Morena sea limpia, pues de lo contrario, lo de la 4T resultará una (¿otra?) vacilada más que nos traerá, inevitablemente, más mala suerte, algo de lo que ya estamos pandos.

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