OPINIÓN

Pemex se queda sola

Manuel J. Jáuregui EN MURAL

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Fervientemente anhelábamos que no fuera cierto lo que ayer ocurrió: la Comisión Nacional de Hidrocarburos anunció que quedan canceladas las licitaciones planeadas por PEMEX para asociarse con empresas privadas para desarrollar campos para cuya explotación la petrolera carece de recursos. Cancelar estas licitaciones -en las situaciones actuales en las que PEMEX ha sido castigada por las calificadoras y su deuda ha sido declarada prácticamente chatarra- nos parece un grave error.

PEMEX necesita ayuda, le urge ayuda, está con el agua al cuello y no puede darse el lujo de desdeñar los salvavidas que le tiran los inversionistas extranjeros y nacionales. Raya en lo suicida quitarle a PEMEX la oportunidad de apoyarse en la inversión extranjera para resolver dos problemas graves que tiene cancelando las licitaciones de estos campos:

1. La caída en la producción de crudo, y...

2. Una precaria situación financiera, en la que para sobrevivir debe aceptar dádivas del Gobierno, mismas que a su vez impactan las finanzas federales poniendo en riesgo -por contagio- la calificación de la deuda soberana de México.

Al cancelar las licitaciones futuras, PEMEX se queda sola y francamente no le alcanza para explorar y desarrollar todas las áreas potencialmente desarrollables, tanto en aguas someras y profundas como en tierra. No sólo carece de recursos, sino también de la tecnología moderna ("horizontal drilling" y otras) para sacarle provecho al enorme potencial petrolero de México.

Éste y cualquier otro Gobierno no son todopoderosos, son aglomeraciones burocráticas muy limitadas e ineficientes. Su capacidad de realización es, en los hechos, prácticamente nula. Pensar que puede explorar todas las áreas potencialmente productivas y al mismo tiempo construir la nueva refinería de Dos Bocas es -llamándole de manera amable- exageradamente optimista.

No tiene nada de malo reconocer que las enormes reservas petroleras que tiene México en su subsuelo -en este momento, y en cualquier otro- resultan ser demasiado pinole para la saliva de la que dispone el monopolio paraestatal.

El Gobierno federal tampoco puede hacer mucho por PEMEX, porque como les decíamos, estimados amigos, arriesga su propia calificación crediticia si demuestra ineficiencia en su gasto de inversión tirándole dinero bueno al malo. Ello, pese a que le ha dado el Gobierno federal un bajón fuerte al gasto corriente, lo cual era necesario, pero ya hay quienes afirman, incluso el propio jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo Garza, que se les está pasando la mano con los recortes.

Cierto que hay que tumbar la grasa, pero ¡ay, caray!, en algunos lados ya le están entrando al músculo. Cierto que hay que apretar, pero tampoco al grado de estrangular los servicios que presta el Gobierno federal, sobre todo en el ramo de salud. Y tampoco educación, vivienda o el mantenimiento de la infraestructura nacional: carreteras, puertos, aeropuertos y etcétera.

A lo que vamos, pues, es a que el Gobierno federal y su burocracia no pueden tampoco hacer mucho por PEMEX sin poner en riesgo nuestra deuda soberana. ¡Ábranle la puerta a la inversión privada!

Ayer mismo el Presidente López Obrador se reunió en el Club de Industriales de la Ciudad de México con miembros del Consejo Mexicano de Negocios y además del Consejo Coordinador Empresarial, que preside Carlos Salazar Lomelín (a quien, por cierto y como dato chusco, presentaron en el mitin de Tijuana el sábado pasado como "El Maestro" Carlos Salazar, como que les dio penita decir que es líder de la cúpula empresarial); les decíamos, el Presidente se juntó con los empresarios para firmar un pacto de inversión y fomento económico, pero al mismo tiempo sus funcionarios desdeñan la inversión empresarial... o sea, baja el cero y no contiene.

Las señales hacia el exterior, hacia las calificadoras y los fondos de inversión son más que mixtas: contradictorias e insensatas. ¡Viene otra baja de las calificadoras!