OPINIÓN

El uso médico del cannabis

OPINIÓN INVITADA / Fernando Cano Valle EN MURAL

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No es fácil reconocer a dónde va la actual Administración en relación a las adicciones, con frecuencia por sesgo o falta de conocimiento se incluye a todas las drogas en una expresión general, cuando cada una de ellas debe ser analizada por separado y construir así una política basada en evidencia. Aun cuando han existido objeciones y premisas cuestionables sobre una política basada en evidencia en alrededor de 15 años se ha construido una sólida aceptación sobre el progreso de la ciencia como un derecho humano.

Esta es la postura de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos; es el derecho en realidad a decidir los beneficios de una política basada en evidencia que hasta el momento México carece de ella en el caso de la mariguana y otras drogas. Se ha pasado de debate a debate.

No se han valorado los beneficios del uso adecuado de los principios activos de esta planta, algunos efectos son inexplicables aun, son místicos y desconcertantes, ninguna persona al consumir mariguana se comporta igual porque la planta difiere de sus tipos ancestrales y su capacidad psicoactiva es diferente y posiblemente creciente.

La planta cannabis sativa contiene más de 60 fitocannabinoides de los cuales el delta-9-tetrahidrocannabinol (THC) es el más abundante. Del resto de los cannabinoides, los más estudiados son el dronabinol y la nabilona; el cannabinol con efecto psicoactivo; el cannabidiol que no tiene efecto psicoactivo con ciertos efectos: antiinflamatorio, analgésico, antipsicótico, antiiisquémico, ansiolítico/antiepiléptico; y finalmente, el cannabigerol y el cannabicromeno con algunas propiedades, sobre la psicosis, epilepsia, ansiedad, alteraciones del sueño y sobre algunos procesos neurodegenerativos.

El potencial terapéutico de fármacos cannabinoides es de gran espectro, requiere de mayor profundidad en la investigación. Se hace necesaria la comprensión de que el sostén científico es fundamental no solo en política. El humo del cigarro de cannabis contiene carcinógenos del tabaco y por la forma de fumarla, se retiene en los pulmones tres veces más alquitrán y cinco veces más monóxido de carbono.

Dependiendo de la planta, su concentración de cannabinoides es distinta con un rango de THC que va del 1 al 40%.

Para evaluar médicamente la actividad de los cannabinoides se requiere de presentaciones elaboradas por la industria farmacéutica con dosis fijas y bien definidas en cuanto a su acción farmacológica, para no excederla y presentar efectos tóxicos.

Es claro que como en todos los casos, el uso de estos medicamentos debe vigilarse cuidadosamente y no administrarse a menores de 18 años, así como personas con antecedentes psiquiátricos en particular esquizofrenia, de enfermedad hepática, renal y cardiopulmonar, en el embarazo, la lactancia ni en hombres con planes de fecundación.

Es menester recordar que al inicio del consumo presentan una mayor respuesta de manera aguda con la dosis baja del fármaco, existe el riesgo de que disminuya rápidamente este efecto ante la administración repetida de los cannabinoides (taquifilaxia) siendo necesario consumir dosis cada vez mayores para alcanzar los mismos efectos que se consiguieron originalmente (tolerancia).

Por lo expuesto, el uso médico de la cannabis ha despertado el interés de la comunidad científica en México; sin embargo la dinámica y parsimonia del sistema sanitario, al parecer no comparte la idea de abrir esta posibilidad terapéutica.