Tercos datos
Manuel J. Jáuregui EN MURAL
Así como hay "otros datos" también existen los "tercos datos": aquellos que contrariando tesis oficiales indican lo contrario de lo que nuestros gobernantes presumen. Uno de éstos lo acaba de revelar el Inegi: las ventas de autos ligeros al interior del País se han precipitado a tal grado (casi 10 por ciento, tan sólo el mes pasado) que ya estamos a niveles del 2009, momento del impacto del tronido de la burbuja de hipotecas en Estados Unidos del 2007-2008.
Esto indica que se ha desvanecido el poder adquisitivo del salario, por lo menos en la clase media mexicana, que es la más numerosa. Consecuencia ésta -no se puede concluir otra cosa- del bajo crecimiento económico que viene registrando nuestro México Mágico en lo que va del 2019. No cabe la menor duda que el llamado "ingreso discrecional" (esto es, el que le sobra al asalariado después de pagar lo imprescindible: techo, alimento, educación y salud) para sus familias se ha ido por el caño de la desaceleración.
Estas tercas cifras se sobreponen a las "otras cifras" de nuestro Presidente, quien para terminar con la discusión descalifica por completo el crecimiento económico afirmando que es una "obsesión de tecnócratas". Lástima que esos tecnócratas operan las calificadoras, la inversión, los bancos, los mercados y otros significativos rubros que para México resultan imprescindibles, pues vivir fuera de su órbita es vivir en el vacío sideral.
Existen, claro está, soluciones para este problema, sólo que nuestro Gobierno no las quiere tomar. Una de ellas sería, por ejemplo, normalizar el gasto público. Estamos de acuerdo en que hay que ser austeros, es decir, nadie aprueba que se alimente con filete al perro, pero mínimo hay que darle sus croquetas. O sea que, siendo loable que el Gobierno federal no quiera caer en el dispendio, tampoco puede cerrar por completo la llave de la inversión (dispersa en todo el País, no sólo en una parte de éste) para mantener únicamente el gasto corriente para sostener burocracia y repartir subsidios y dádivas compravotos.
Preciso es para el Gobierno distinguir entre la inversión productiva (infraestructura, mantenimiento, mejoría en la proveeduría gubernamental de bienes y servicios para la población) y lo que es un simple gasto que no aporta réditos.
Desde el alba de la humanidad se ha dicho (en la Biblia está escrito): No regales al hambriento un pez, ¡enséñalo a pescar! Socialmente hablando no es bueno para la buena marcha del País crear dependencias, sino promover la independencia y autonomía ciudadanas generando empleos, dinamismo económico, aumentando la demanda y el consumo mediante el incremento al poder adquisitivo del salario.
Algo adicional en manos del Gobierno central es aportar certeza, crear confianza, esto es, gobernar para todos despojado de dogmas y favoritismos, la idea no es -o por lo menos resultaría aberrante si lo es- generar "igualdad" empobreciendo a todos los ciudadanos, sino generar prosperidad para que todos en México tengamos las oportunidades para elevar nuestro nivel de vida.
Ello, por supuesto, implicaría darle a la gobernancia central un giro no muy drástico, esto es, comprender de manera integral que sin crecimiento es difícil si no es que imposible simultáneamente generar "desarrollo": para repartir más, es decir, que haya tajada de pastel para todos, es preciso hacer más grande el pastel.
Al Presidente le importa, y qué bueno, la felicidad de sus conciudadanos. Pero ¿de veras creerá que la felicidad ciudadana se deriva del no tener dinero para cambiar o adquirir un coche? En la vida moderna contar con un vehículo seguro y confiable para el desplazamiento que requieren las familias trabajadoras no es un lujo: es una necesidad. Mucho merma el nivel de vida y la productividad de los mexicanos el perder la capacidad de movilidad.
El dato aportado por el Inegi respecto a la caída de la venta de autos resulta ser uno muy relevante. Rogamos a la Guadalupana que éste, como otros datos que vuelan a contrapelo de la línea oficial, no sea descalificado como muchos que lo han antecedido.

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