OPINIÓN

Ante el despotismo comercial

Jesús Silva-Herzog Márquez EN MURAL

4 MIN 00 SEG

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En otras partes del mundo se vio la estrategia de Claudia Sheinbaum como una alternativa razonable para lidiar con la agresividad de Trump. Hace unos meses podían leerse artículos en la prensa internacional extraordinariamente elogiosos de la Presidenta mexicana. Políticos y analistas celebraban la serenidad con la que encaraba las amenazas del republicano que había regresado a la Casa Blanca. Sheinbaum era un auténtico caso de estudio porque parecía encarnar una tercera opción: no actuaba con la sumisa indignidad del carcelero salvadoreño ni respondía en arrebatos de exaltación etílica como los del demagogo colombiano. La política mexicana contenía sus impulsos, se esforzaba en dar muestras de colaboración. A diferencia de muchos otros mandatarios, Sheinbaum no actuaba por reflejo. No anunciaba castigos tan pronto escuchaba la multa de los aranceles. No respondía de inmediato ante las decisiones y amenazas de Trump. Se tomaba su tiempo para responder a la agresión y mantenía con paciencia las líneas esenciales de su estrategia: no treparse a la arena de la confrontación, ignorar los agravios, abrirse a las peticiones para remover cualquier obstáculo al entendimiento e insistir en la negociación. Encontró una buena fórmula para definir su apuesta: cabeza fría.