Elementales

"Es el mundo el que tiene imaginación", afirma el escritor Eliot Weinberger en una reciente entrevista a propósito de la publicación de sus Ensayos elementales. Compilación incandescente, deslumbrante y deslumbrada, de los frutos de la curiosidad admirable del neoyorquino, este libro es una incontestable demostración de esa afirmación, pues por inverosímiles, desmesuradas, insospechables o sencillamente increíbles que sean todas las informaciones que contiene, todas también tienen su sustento en fuentes escrupulosamente verificables, y nada de lo que nutre las cincuenta y siete piezas que lo integran procede de la inventiva del autor. Son historias, relatos, leyendas, hechos y datos que, sencillamente, ha encontrado a lo largo de los años y, ante cuya naturaleza de sostenida maravilla, el ensayista sólo ha tenido que prestar atención y tomar nota. La realidad de las cosas supera, inevitablemente, nuestras más audaces fabulaciones: todo es cuestión de tener los sentidos alerta y de disponerse al asombro incesante. ("Todo es cuestión...", digo, pero me desdigo enseguida. No se trata solamente de eso, sino que hay que haber sido tocado también por alguna manifestación de la Gracia que active una sensibilidad como la de Weinberger, quien se ha entrenado en esa forma afinadísima de percepción como lector y como estudioso y tramitando, además, el traslado del español al inglés de poetas como Octavio Paz, Vicente Huidobro o Jorge Luis Borges).