Machicharitos

¿Importan las sandeces del "Chicharito"? No y sí. No porque, para fortuna de esta sociedad, hay una buena parte de la opinión pública cada vez más capaz de percatarse a tiempo cuando una sandez es eso y no hay que hacerle demasiado caso. En la caudalosa proliferación cotidiana de horrores y locuras y bajezas y cinismos que atesta nuestra deficiente comprensión de lo que ocurre, las tonterías del futbolista pronto terminarán olvidándose. Van a terminar costándole más a él que a nadie, como ya está viéndose. Pronto se vio, también, que las veleidades machistas del sujetito era muy sencillo denunciarlas en su tosquedad ridícula y desactivarlas como lo que son: frutos de la ignorancia. La semana que entra estaremos hablando de otra cosa, "El Chicharito" estará tal vez buscando un nuevo trabajo y acaso sólo estarán regresando al asunto los noticieros que no tengan con qué más llenar sus espacios -esta misma columna que ahora escribo, me temo, está llegando ya un poco a destiempo, pues en los últimos días, tal como sucede en los últimos años, se ha sucedido tal cantidad de noticias que deberían movernos a escándalo, que la atención que podemos prestarles va siempre apresurada y la posibilidad de hacerse un juicio medianamente sensato se queda por lo general rezagada ante semejante urgencia.